Este espacio en [de]construcción es un registro de cuerpas asesinadas en la crueldad que la heterosexualidad como régimen político detenta para ciertas existencias.

Travas, tortilleras, maricas, tomboy, prostitutæs, mujeres trans, mujeres estigmatizadas, trabestias, racializadas, migrantas, monstruas, cuerpas mutantas, que ya no están.

Aquí hay muertas, maravillosas existencias, quitadas de la vida por los eternos envidiosos de su maravillosidad. Hay muertæs bilipendiadas por la prensa y la sociedad, de esæs que desbordan los márgenes de la pacificación forzada de estos tiempos y que son auto-responsabilizadas por los asesinatos, agresiones y vejaciones que se les cometieron.

Aquí hay muertas, estigmatizadas porla normalidad que procrea constante distintas formas para intentar controlarnos, para intentar aniquilar y desposeernos de la potencia de nuestras rarezas y capacidad de singularizar.

Aquí hay muertas, asesinadæs, a quienes matan no sólo para quitar una vida, sino como método para expropiarnos a muchas, la capacidad de intentar otras vidas posibles fuera de las trazadas por el deseo de normalidad.


Este espacio es al mismo tiempo un archivo, un homenaje, un memorial. Es también otras cosas... tal vez un vómito, un canalizador, una tormenta de lágrimas poderosas. Es un llamado al recuerdo, un aullido de guerra a la guerra, un entramado de historias de læs desterradæs de la Historia oficial. Es un latido de memoria, una llamada a no dudar de lo que presencian nuestros sentidos cuando percibimos el exterminio que nos rodea, una maldición a quienes nos han puesto las manos encima para dañarnos. Aquí en este espacio cubierto de muertæs, no hay hechos aislados.



Y Hay tantas y quisiera nombrarlas a todas, no olvidar a ninguna. Con todæs en el putito corazón...




domingo, 22 de mayo de 2016

LItzy Odalis: Relato del día después de que la asesinaron - por Kolibri purpura




Amigue llama con la noticia de Litzi...
Litzi Odalis Parrales, una chica trans, trabajadora sexual y migrante, proveniente de Ecuador habia sido apuñalada por un cliente y habia muerto hace solo unas horas atrás de aquel 20 de mayo del 2016.
Decidimos ir al lugar donde Litzi perdio la vida, la interseccion de Av. Matta con Sta. Rosa, en el centro de Santiago (chile). Eramos tres, pocas, pero habia velas, papeles grandes explicando lo que habia ocurrido, engrudo y spray.
Luego de haber pegado y rayado, nos quedamos ahi, sin saber mucho que más hacer y esperando a que las velas se consumieran, era increible pensar que hace 24 horas Litzi estaba en la calle, -intentar imaginar su cara, quizas fumando, conversando con alguien- y ahora su cuerpa en el servicio medico legal.
Pasa un grupo de personas, unas ocho personas, por lo que escuchamos una familia, abuela, nietas, hijas, migrantes también. Se quedan leyendo los papeles de las murallas y siguen su camino, a los pocos minutos vuelven con mas velas para encender en esa esquina. No conocian a Litzi, pero la habian visto agonizar y pedir ayuda. Algunas personas, vecinas del lugar pasaban y comentaban lo que habian escuchado o visto y seguian su camino.

Litzi fue apuñalada por Marco Arenas Fariña, un taxista cliente. Herida camino varias cuadras en direccion al sur, pidiendo auxilio, gritando, pero nadie salió a prestarle ayuda.

Derrepente de un taxi se bajan cuatro chicas, amigas de Litzi, también trabajadoras sexuales, que venían al lugar del asesinato de su querida. No pensaban encontrarse con velas, rayados y papeles.
Una de ellas, compañera de casa de Litzi, dos meses atrás vivía con dos amigas, Litzi y otra chica -que no recuerdo su nombre- quien fue asesinada en la calle, un mes antes que Litzi.
Luego, al pasar el poco rato, bajan de un auto mas personas, eran la familia, el hermano, la cuñada y su sobrina. El dolor en el aire era espeso y triste. Una de sus amigas lloraba con gritos desgarradores de perder una amiga, y en esas circunstancias, saber que sufrió, que estuvo sola. Su compañera de casa, su hermano y su sobrina lloraban en silencio y prendían mas velas.
Una de las amigas, también trans, decía “ya, que nos apuñalen, está bien, no somos las mejores personas de la sociedad, pero que no nos maten”, la realidad de la calle hacia que esta fuera la reflexión común de las chicas “que nos peguen, pero que no nos maten”.

En un momento llegó la policía, por costumbre, no hicimos caso, o hicimos como que no existían.
Una de las chicas -trans, migrante- se acerco a la policía y estos le preguntaron “¿quien es el encargado?” y ella con seguridad les dijo “Ya llega en unos quince minutos”, respuesta rápida y estratégica, mucho más que hacer como que no existían, sobretodo en un contexto en que éramos las únicas (las tres que llegamos en un principio) nacidas bajo el estado de chile, y nos encontrábamos en una enorme situación de privilegio frente a el resto de personas que estaban allí, que eran todas migrantes, y varias trans, además. De esto nos percatamos unos minutos después, y lo dejo registrado porque sirve de aprendizaje, a nosotras nos sorprendió y decepcionó nuestra falta de perspectiva y acción en el momento, pero el aprendizaje es mas útil que la culpa.

Las chicas que ejercen el trabajo sexual viven bastante violencia de quienes no lo ejercen y las miran y tratan como mierda, y no estoy refiriendome -únicamente- a sus clientes, sino a toda una sociedad que castiga moralmente lo que las mujeres y las corporalidades disidentes hacen con su cuerpo. Algunas veces desprecio, otras veces paternalismo y victimización, y escuchando a las chicas hablar, era tan claro como el consentimiento de su relación era realmente activo. Si quieres esto, paga. Si no quiero hacerlo, no lo hago. Sin condón, ni a palos. El matrimonio es una institución donde la mujer es una esclava, del aseo, del cuidado de las hijas, del SEXO, donde el consentimiento de la mujer es un detalle prescindible. Y no ves a otras mujeres u hombres mirando con desprecio a las casadas, o que las mujeres casadas tengan que ocultarlo en las escuelas de sus hijas para que ellas se sientan seguras. Y no se trata de invertir los tratos de las trabajadoras sexuales a las casadas. Quizás es comprender que es básico el respeto con el que deben ser tratadas las personas que deciden ejercer el trabajo sexual, porque son personas adultas, que deciden que hacer o no con su cuerpo.

Las velas se consumieron y todes ahi decidimos irnos.
Chau Litzi.


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