Amigue llama con la noticia de Litzi...
Litzi Odalis Parrales, una chica trans,
trabajadora sexual y migrante, proveniente de Ecuador habia sido
apuñalada por un cliente y habia muerto hace solo unas horas atrás
de aquel 20 de mayo del 2016.
Decidimos ir al lugar donde Litzi
perdio la vida, la interseccion de Av. Matta con Sta. Rosa, en el
centro de Santiago (chile). Eramos tres, pocas, pero habia velas,
papeles grandes explicando lo que habia ocurrido, engrudo y spray.
Luego de haber pegado y rayado, nos
quedamos ahi, sin saber mucho que más hacer y esperando a que las
velas se consumieran, era increible pensar que hace 24 horas Litzi
estaba en la calle, -intentar imaginar su cara, quizas fumando,
conversando con alguien- y ahora su cuerpa en el servicio medico
legal.
Pasa un grupo de personas, unas ocho
personas, por lo que escuchamos una familia, abuela, nietas, hijas,
migrantes también. Se quedan leyendo los papeles de las murallas y
siguen su camino, a los pocos minutos vuelven con mas velas para
encender en esa esquina. No conocian a Litzi, pero la habian visto
agonizar y pedir ayuda. Algunas personas, vecinas del lugar pasaban y
comentaban lo que habian escuchado o visto y seguian su camino.
Litzi fue apuñalada por Marco Arenas
Fariña, un taxista cliente. Herida camino varias cuadras en
direccion al sur, pidiendo auxilio, gritando, pero nadie salió a
prestarle ayuda.
Derrepente de un taxi se bajan cuatro
chicas, amigas de Litzi, también trabajadoras sexuales, que venÃan al
lugar del asesinato de su querida. No pensaban encontrarse con velas,
rayados y papeles.
Una de ellas, compañera de casa de
Litzi, dos meses atrás vivÃa con dos amigas, Litzi y otra chica -que
no recuerdo su nombre- quien fue asesinada en la calle, un mes antes
que Litzi.
Luego, al pasar el poco rato, bajan de
un auto mas personas, eran la familia, el hermano, la cuñada y su sobrina. El dolor en el aire era
espeso y triste. Una de sus amigas lloraba con gritos desgarradores
de perder una amiga, y en esas circunstancias, saber que sufrió, que
estuvo sola. Su compañera de casa, su hermano y su sobrina lloraban
en silencio y prendÃan mas velas.
Una de las amigas, también trans, decÃa
“ya, que nos apuñalen, está bien, no somos las mejores personas de
la sociedad, pero que no nos maten”, la realidad de la calle hacia
que esta fuera la reflexión común de las chicas “que nos peguen,
pero que no nos maten”.
En un momento llegó la policÃa, por
costumbre, no hicimos caso, o hicimos como que no existÃan.
Una de las chicas -trans, migrante- se
acerco a la policÃa y estos le preguntaron “¿quien es el
encargado?” y ella con seguridad les dijo “Ya llega en unos
quince minutos”, respuesta rápida y estratégica, mucho más que
hacer como que no existÃan, sobretodo en un contexto en que éramos
las únicas (las tres que llegamos en un principio) nacidas bajo el
estado de chile, y nos encontrábamos en una enorme situación de
privilegio frente a el resto de personas que estaban allÃ, que eran
todas migrantes, y varias trans, además. De esto nos percatamos unos
minutos después, y lo dejo registrado porque sirve de aprendizaje, a
nosotras nos sorprendió y decepcionó nuestra falta de perspectiva y
acción en el momento, pero el aprendizaje es mas útil que la culpa.
Las chicas que ejercen el trabajo
sexual viven bastante violencia de quienes no lo ejercen y las miran
y tratan como mierda, y no estoy refiriendome -únicamente- a sus
clientes, sino a toda una sociedad que castiga moralmente lo que las
mujeres y las corporalidades disidentes hacen con su cuerpo. Algunas
veces desprecio, otras veces paternalismo y victimización, y
escuchando a las chicas hablar, era tan claro como el consentimiento
de su relación era realmente activo. Si quieres esto, paga. Si no
quiero hacerlo, no lo hago. Sin condón, ni a palos. El matrimonio es
una institución donde la mujer es una esclava, del aseo, del cuidado
de las hijas, del SEXO, donde el consentimiento de la mujer es un
detalle prescindible. Y no ves a otras mujeres u hombres mirando con
desprecio a las casadas, o que las mujeres casadas tengan que
ocultarlo en las escuelas de sus hijas para que ellas se sientan
seguras. Y no se trata de invertir los tratos de las trabajadoras
sexuales a las casadas. Quizás es comprender que es básico el respeto
con el que deben ser tratadas las personas que deciden ejercer el
trabajo sexual, porque son personas adultas, que deciden que hacer o
no con su cuerpo.
Las velas se consumieron y todes ahi
decidimos irnos.
Chau Litzi.
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