Violencia en contra de Lesbianas: De silencios, muerte e impunidad
Publicado por Lunaticxs
Este año fue asesinada una mujer en La Pintana, en la región
metropolitana chilena. Algunas lesbianas que vieron la noticia en canal
13 se inquietaron, pues el periodista aludió explícitamente a la muerte
de una mujer que por defender a su pareja -otra mujer que estaba con su
hijo- había sido asesinada.
De inmediato indagamos en lo ocurrido. Otras activistas lesbianas no
habían escuchado nada al respecto; solo Erika Montecinos la directora de
RS algo escuchó y el Programa de radio Gatas en fuga relató lo
sucedido. Un paso lógico fue revisar las noticias al respecto, sin
embargo, allí no encontramos nada.
La conversación que se vino después fue harto angustiosa. La
impotencia se instaló como agrio sabor. La violencia a lesbianas fue lo
que se nos instaló en la cabeza con la rudeza que tiene la vida diaria
para muchas de nosotras, porque aún hoy, para una mayoría no es fácil
ser lesbiana y vivir como tal.
La Sandra es tan buen ejemplo de lo que ocurre con nosotras. Fue
asesinada. Fue enunciada como lesbiana en la noticia, pero al rato todos
los indicios sobre esto desaparecieron. Su asesinato se convirtió en la
crónica roja que describía la violencia de los narcotraficantes en los
peludos barrios marginales de la capital.
El caso de la Sandra es el típico caso de violencia patriarcal
heterosexista que detona la irracional y enferma conducta masculina. De
este caso nos interesa demostrar cómo opera la violencia a través de la
exclusión que significa la invisibilidad.
Para ello pegaremos la noticia que canal 13 público en su página. En cada párrafo haremos algunos comentarios.
“Sandra Ávila, de 30 años, es la mujer que anoche se convirtió en
nueva víctima de la violencia en La Pintana. Eran las 19 horas cuando
una treintena de niños y jóvenes compartían en un paradero. Entre ellos 4
jóvenes que comenzaron a hostigar a la pareja de Sandra que jugaba con
su hijo.
En este párrafo se habla sobre la pareja de Sandra que jugaba con su
hijo. Si se dan cuenta el nombre de la pareja no se menciona. Es más, es
la única alusión que se hace de ésta. Esto es significativo, pues si
Sandra murió por defender a su pareja, lo común que ocurre en estos
casos, es que dicha pareja sea mencionada. La pareja desaparece -como se
darán cuenta en lo que sigue de la noticia- para dejar un espacio que
sólo será llenado por su familia. Bien sabemos que es común que las
familias no deseen que se mencione públicamente que tienen una hija
lesbiana. Es un desafío interesante el recopilar noticias de violencias
similares y observar cuando se omite o se menciona a una persona,
enfatizando el sexo. Se darán cuenta que la invisibilidad afecta más a
los cuerpos femeninos.
La mujer bajó desde su departamento y enfrentó al grupo, llegando
incluso a los golpes. Tras esto los jóvenes se retiraron, pero minutos
más tarde todos volvieron en un automóvil y comenzaron a disparar.
Es difícil imaginar en barrios bravos a una mujer defendiendo a su
pareja hombre a través de un enfrentamiento directo. La masculinidad
imperante tampoco mira bien que hombres se enfrenten con una mujer. Es
una cuestión cultural. Si la Sandra se enfrentó –incluso a golpes–
percibimos un modelo típico de lesbiana masculina defendiendo a su
pareja. Pensemos -por otra parte- en el por qué un grupo de hombres
violentos hostigarían una mujer si estaba con su hijo?. Bien es sabido
que es un código ético en las poblaciones chilenas no atentar en contra
de las madres. ¿Entonces?. Pues bien, esta madre y su pareja, no cabe
duda, eran “especiales” ¿No es este hostigamiento la típica conducta
lesbofóbica que en más de alguna oportunidad nos ha afectado de diversos
modos?.
Estos “pobres” se enfrentaron con Sandra. Ella los espantó, lo que
sin duda, constituye para un macho violento una ofensa de las más
agresivas. Sólo eso justifica los disparos a Sandra. Vale decir, que
matar a una mujer en esas circunstancias, no es un punto brillante en el
currículum de un delincuente y el currículum de un choro es algo que se
protege. Sólo una lesbiana y los prejuicios heterosexistas sobre ésta,
podrían justificar ese acto.
Dos disparos en el tórax causaron la muerte de esta mujer en el
Hospital Padre Hurtado. Los vecinos enfrentan este tipo de violencia a
diario en la Villa Magdalena 1. Anoche amigos y familiares hicieron una
velatón en recuerdo de Sandra, con la esperanza que los autores de su
homicidio, sean detenidos cuanto antes.
La pareja de Sandra, es decir, la pareja por la cual ella dio su
vida, desapareció. En lo que viene de esta noticia ella ni siquiera es
nombrada; tampoco el estado de su hijo. En la mayoría de los casos
-similares a éste- la pareja, la deuda es entrevistada o mencionada. Su
invisibilización corresponde a uno de los mecanismos que de modo más
recurrente se aplica a lesbianas. No existimos, por eso no tenemos
derecho a construir y reconstruir los derechos.
Los vecinos dicen conocer al presunto autor de los disparos. Lo
vinculan a una familia de narcotraficantes, que -según dicen- suele
imponer sus normas en esta villa en base a la violencia.
Son pocos quienes se atreven siquiera a hablar de ellos, pero el
apodo del “Pulga” como posible autor del homicidio se repite entre
testigos y también en los antecedentes que maneja la policía.
La familia de la víctima inició los trámites para el retiro de su
cuerpo desde el servicio médico legal, sólo esperan que pronto existan
detenidos y de esta manera poder aplacar en parte el dolor por esta
pérdida.
Estos tres últimos párrafos sólo movilizan el ideario de otro
asesinato en una población violenta. Como las lesbianas desparecieron de
la noticia, la conducta lesbofóbica nunca existió. Se expone de este
modo el ocultamiento de las reales causas de este asesinato, lo que
demuestra que existe una violencia tan naturalizada a las lesbianas que
inhibe que existamos en la memoria de este país.
En síntesis: La invisibilidad no es un concepto que se manosea a
diestra y siniestra, es un mecanismo de exclusión, que facilita que se
reproduzca la violencia y el círculo vicioso que la naturaliza cuando se
expresa en sujetas que son inferiorizadas por el modelo machista. De
este modo, el silencio es un enemigo que nos acecha; que oculta nuestras
muertes dejándolas en total impunidad.
En el día de la violencia en contra de la mujer, que lo someramente indicado, no se le olvide a nadie.