Este espacio en [de]construcción es un registro de cuerpas asesinadas en la crueldad que la heterosexualidad como régimen político detenta para ciertas existencias.

Travas, tortilleras, maricas, tomboy, prostitutæs, mujeres trans, mujeres estigmatizadas, trabestias, racializadas, migrantas, monstruas, cuerpas mutantas, que ya no están.

Aquí hay muertas, maravillosas existencias, quitadas de la vida por los eternos envidiosos de su maravillosidad. Hay muertæs bilipendiadas por la prensa y la sociedad, de esæs que desbordan los márgenes de la pacificación forzada de estos tiempos y que son auto-responsabilizadas por los asesinatos, agresiones y vejaciones que se les cometieron.

Aquí hay muertas, estigmatizadas porla normalidad que procrea constante distintas formas para intentar controlarnos, para intentar aniquilar y desposeernos de la potencia de nuestras rarezas y capacidad de singularizar.

Aquí hay muertas, asesinadæs, a quienes matan no sólo para quitar una vida, sino como método para expropiarnos a muchas, la capacidad de intentar otras vidas posibles fuera de las trazadas por el deseo de normalidad.


Este espacio es al mismo tiempo un archivo, un homenaje, un memorial. Es también otras cosas... tal vez un vómito, un canalizador, una tormenta de lágrimas poderosas. Es un llamado al recuerdo, un aullido de guerra a la guerra, un entramado de historias de læs desterradæs de la Historia oficial. Es un latido de memoria, una llamada a no dudar de lo que presencian nuestros sentidos cuando percibimos el exterminio que nos rodea, una maldición a quienes nos han puesto las manos encima para dañarnos. Aquí en este espacio cubierto de muertæs, no hay hechos aislados.



Y Hay tantas y quisiera nombrarlas a todas, no olvidar a ninguna. Con todæs en el putito corazón...




domingo, 27 de noviembre de 2016

Sandra Ávila [ 1981- 2011] Asesinada por Lesbofobia en La Pintana Stgo Chile



Violencia en contra de Lesbianas: De silencios, muerte e impunidad  

(Publicado por ideassingenero el 26 noviembre 2011)





Publicado por Lunaticxs

Este año fue asesinada una mujer en La Pintana, en la región metropolitana chilena. Algunas lesbianas que vieron la noticia en canal 13 se inquietaron, pues el periodista aludió explícitamente a la muerte de una mujer que por defender a su pareja -otra mujer que estaba con su hijo- había sido asesinada.
De inmediato indagamos en lo ocurrido. Otras activistas lesbianas no habían escuchado nada al respecto; solo Erika Montecinos la directora de RS algo escuchó y el Programa de radio Gatas en fuga relató lo sucedido. Un paso lógico fue revisar las noticias al respecto, sin embargo, allí no encontramos nada.
La conversación que se vino después fue harto angustiosa. La impotencia se instaló como agrio sabor. La violencia a lesbianas fue lo que se nos instaló en la cabeza con la rudeza que tiene la vida diaria para muchas de nosotras, porque aún hoy, para una mayoría no es fácil ser lesbiana y vivir como tal.
La Sandra es tan buen ejemplo de lo que ocurre con nosotras. Fue asesinada. Fue enunciada como lesbiana en la noticia, pero al rato todos los indicios sobre esto desaparecieron. Su asesinato se convirtió en la crónica roja que describía la violencia de los narcotraficantes en los peludos barrios marginales de la capital.
El caso de la Sandra es el típico caso de violencia patriarcal heterosexista  que detona la irracional y enferma conducta masculina. De este caso nos interesa demostrar cómo opera la violencia a través de la exclusión que significa la invisibilidad.
Para ello pegaremos la noticia que canal 13 público en su página. En cada párrafo haremos algunos comentarios.
“Sandra Ávila, de 30 años, es la mujer que anoche se convirtió en nueva víctima de la violencia en La Pintana. Eran las 19 horas cuando una treintena de niños y jóvenes compartían en un paradero. Entre ellos 4 jóvenes que comenzaron a hostigar a la pareja de Sandra que jugaba con su hijo.
En este párrafo se habla sobre la pareja de Sandra que jugaba con su hijo. Si se dan cuenta el nombre de la pareja no se menciona. Es más, es la única alusión que se hace de ésta. Esto es significativo, pues si Sandra murió por defender a su pareja, lo común que ocurre en estos casos, es que dicha pareja sea mencionada. La pareja desaparece -como se darán cuenta en lo que sigue de la noticia- para dejar un espacio que sólo será llenado por su familia. Bien sabemos que es común que las familias no deseen que se mencione públicamente que tienen una hija lesbiana. Es un desafío interesante el recopilar noticias de violencias similares y observar cuando se omite o se menciona a una persona, enfatizando el sexo. Se darán cuenta que la invisibilidad afecta más a los cuerpos femeninos.
La mujer bajó desde su departamento y enfrentó al grupo, llegando incluso a los golpes. Tras esto los jóvenes se retiraron, pero minutos más tarde todos volvieron en un automóvil y comenzaron a disparar.
Es difícil imaginar en barrios bravos a una mujer defendiendo a su pareja hombre a través de un enfrentamiento directo. La masculinidad imperante tampoco mira bien que hombres se enfrenten con una mujer. Es una cuestión cultural. Si la Sandra se enfrentó –incluso a golpes– percibimos un modelo típico de lesbiana masculina defendiendo a su pareja. Pensemos -por otra parte- en el por qué un grupo de hombres violentos  hostigarían  una mujer si estaba con su hijo?. Bien es sabido que es un código ético en las poblaciones chilenas no atentar en contra de las madres. ¿Entonces?. Pues bien, esta madre y su pareja, no cabe duda, eran “especiales” ¿No es este hostigamiento la típica conducta lesbofóbica que en más de alguna oportunidad nos ha afectado de diversos modos?.
Estos “pobres” se enfrentaron con Sandra. Ella los espantó, lo que sin duda, constituye para un macho violento una ofensa de las más agresivas. Sólo eso justifica los disparos a Sandra. Vale decir, que matar a una mujer en esas circunstancias, no es un punto brillante en el currículum de un delincuente y el currículum de un choro es algo que se protege. Sólo una lesbiana y los prejuicios heterosexistas sobre ésta, podrían justificar ese acto.
Dos disparos en el tórax causaron la muerte de esta mujer en el Hospital Padre Hurtado. Los vecinos enfrentan este tipo de violencia a diario en la Villa Magdalena 1. Anoche amigos y familiares hicieron una velatón en recuerdo de Sandra, con la esperanza que los autores de su homicidio, sean detenidos cuanto antes.
La pareja de Sandra, es decir, la pareja por la cual ella dio su vida, desapareció. En lo que viene de esta noticia ella ni siquiera es nombrada; tampoco el estado de su hijo. En la mayoría de los casos -similares a éste- la pareja, la deuda es entrevistada o mencionada. Su invisibilización corresponde a uno de los mecanismos que de modo más recurrente se aplica a lesbianas. No existimos, por eso no tenemos derecho a construir y reconstruir los derechos.
Los vecinos dicen conocer al presunto autor de los disparos. Lo vinculan a una familia de narcotraficantes, que -según dicen- suele imponer sus normas en esta villa en base a la violencia.
Son pocos quienes se atreven siquiera a hablar de ellos, pero el apodo del “Pulga” como posible autor del homicidio se repite entre testigos y también en los antecedentes que maneja la policía.
La familia de la víctima inició los trámites para el retiro de su cuerpo desde el servicio médico legal, sólo esperan que pronto existan detenidos y de esta manera poder aplacar en parte el dolor por esta pérdida.
Estos tres últimos párrafos sólo movilizan el ideario de otro asesinato en una población violenta. Como las lesbianas desparecieron de la noticia, la conducta lesbofóbica nunca existió. Se expone de este modo el ocultamiento de las reales causas de este asesinato, lo que demuestra que existe una violencia tan naturalizada a las lesbianas que inhibe que existamos en la memoria de este país.
En síntesis: La invisibilidad no es un concepto que se manosea a diestra y siniestra, es un mecanismo de exclusión, que facilita que se reproduzca la violencia y el círculo vicioso que la naturaliza cuando se expresa en sujetas que son inferiorizadas por el modelo machista. De este modo, el silencio es un enemigo que nos acecha; que oculta nuestras muertes dejándolas en total impunidad.
En el día de la violencia en contra de la mujer, que lo someramente indicado, no se le olvide a nadie.


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